Desde hace tiempo, el número once está asociado con atentados y sus culpables permanecen agazapados bajo el manto de la impunidad.
No era una avant premiere, ni una publicidad, los rascacielos se iban cayendo en Manhatan, con perfecta sincronía.. Sucedió un 11-S. Pero no fue el único. Ya otro 11-S, había sucedido otra tragedia, cuando en Chile ocurrió el Golpe de Estado. Otro día once, en cuatro trenes, diez explosiones concurrentes detonaron en Madrid. Sucedió un 11-M. Y tampoco fue el único.
El 11 de marzo de 2006, mataron en Montevideo, a Héctor Da Cunha. Su pecado: ir a ver, disfrutar y alentar a su querido Cerro.
Y yo me pregunto, señores: ¿qué más hace falta para que un cúmulo de inoperantes burócratas, den la venia para que el día 11 de Marzo sea declarado como homenaje a todos los caídos en actos de violencia?
No se está alucinando con utópicos anhelos de elaboración de leyes justas, simplemente se pidió un día once.
¿Por?
Seguramente miles de uruguayos, vimos la noticia de la muerte de Héctor. Y lo más probable es que hayamos comentado con nuestra vecina, en casa o en la oficina, vestidos de solidarios con un correcto “¡Qué horror!” . Tanto nos consustanciamos con la causa, que hasta nos conmovimos y todo. Somos tan hipócritas…
- Me mataron a Hector, mi mejor amigo, mi hermano, yo tuve que ir a reconocer el cadáver ¿te acordás lo que pasó en el Estadio? – me dijeron un día del año pasado.
Quedé en shock. ¡Ni me acordaba! Me dio tanta vergüenza…Y pensé que así como yo me había olvidado, seguramente todos los miles de uruguayos que en su momento vimos la noticia, lo hicimos.
No se esperan milagros de una justicia decadente, obsoleta, incompetente, y corrupta, que se toma el atrevimiento de castigar la muerte con una quita de puntos en un club de fútbol.
Solamente se está pidiendo el once, para que nadie olvide, como olvidé yo…
No era una avant premiere, ni una publicidad, los rascacielos se iban cayendo en Manhatan, con perfecta sincronía.. Sucedió un 11-S. Pero no fue el único. Ya otro 11-S, había sucedido otra tragedia, cuando en Chile ocurrió el Golpe de Estado. Otro día once, en cuatro trenes, diez explosiones concurrentes detonaron en Madrid. Sucedió un 11-M. Y tampoco fue el único.
El 11 de marzo de 2006, mataron en Montevideo, a Héctor Da Cunha. Su pecado: ir a ver, disfrutar y alentar a su querido Cerro.
Y yo me pregunto, señores: ¿qué más hace falta para que un cúmulo de inoperantes burócratas, den la venia para que el día 11 de Marzo sea declarado como homenaje a todos los caídos en actos de violencia?
No se está alucinando con utópicos anhelos de elaboración de leyes justas, simplemente se pidió un día once.
¿Por?
Seguramente miles de uruguayos, vimos la noticia de la muerte de Héctor. Y lo más probable es que hayamos comentado con nuestra vecina, en casa o en la oficina, vestidos de solidarios con un correcto “¡Qué horror!” . Tanto nos consustanciamos con la causa, que hasta nos conmovimos y todo. Somos tan hipócritas…
- Me mataron a Hector, mi mejor amigo, mi hermano, yo tuve que ir a reconocer el cadáver ¿te acordás lo que pasó en el Estadio? – me dijeron un día del año pasado.
Quedé en shock. ¡Ni me acordaba! Me dio tanta vergüenza…Y pensé que así como yo me había olvidado, seguramente todos los miles de uruguayos que en su momento vimos la noticia, lo hicimos.
No se esperan milagros de una justicia decadente, obsoleta, incompetente, y corrupta, que se toma el atrevimiento de castigar la muerte con una quita de puntos en un club de fútbol.
Solamente se está pidiendo el once, para que nadie olvide, como olvidé yo…