martes, 2 de julio de 2013

Compromiso Docente

Muchos son quienes caen en la falsa idea de que la docencia es una profesión como otras.

Yo comencé a los 22 años, y mi “debut” fue en UTU Arroyo Seco. Mis alumnos eran de ciclos básicos (CBU), para colmo primer año, y como corolario daba la materia dibujo. Aquello fue un desafío enorme; debía imponerme ni más ni menos que en la materia Dibujo, la cual en el liceo es la que se presta para “jorobar”, tirar papelitos, como los educandos no deben prestar demasiada atención, es entonces que se alborotan. Yo tenía una cara de pendeja que mataba, y sinceramente no sé cómo hice, pero logré ganarme el respeto. Alguien había dicho “Ellos te prueban el primer día y si vos marcás límites no vas a tener problemas”. Muchos otros obstáculos se me presentaron: según la Señorita Coordinadora yo no iría a ser “buena”, puesto que no me había formado en el IPA, y tampoco iba a ser buena porque yo no tenía experiencia. Yo no me había formado en el IPA, porque entonces yo era estudiante de Arquitectura. La señorita adujo que del 100% , había un 50% que restaba (no era de IPA), del 50 % restante, yo no tenía experiencia, por lo tanto se me restaba un 25%, por lo cual, según la mentada señorita yo reunía un 25% para ser “buena docente”.

Falacia Gran: Para ser un buen docente se necesita vocación. No se debe ser docente sin vocación porque será fracaso.
Cuando nos dieron aquellas sábanas que eran las libretas de CBU, con una amiga y colega que también enseñaba dibujo y también era estudiante de arquitectura nos  juntamos un sábado porque no teníamos ni idea por dónde empezar aquel libretón, la Señorita nos había hecho la cruz, y no nos había explicado cómo hacerlo. Páginas y recuadros diferentes, no teníamos idea de qué criterio utilizaban para realizar los promedios, si era matemático y si era un mix de matemático y comportamental. Tuvimos que calificar a cada uno y se trataba de grupos muy numerosos, de entre 30 y 40 educandos.

Aquella primera reunión de profesores de julio, también fue difícil. Las mujeres señoritas profesoras me miraban como pensando “Y esta pendeja qué hace acá, pobrecita, no tiene la menor idea de nada”.

Así, empecé. Y superé la prueba. A aquellos mis primeros alumnos, a la Señorita que por Oposición me hizo arribar a la conclusión de que yo podía dar, y que tenía una ferviente vocación, y a la escuela, siempre los recordaré. Esa primera experiencia, ese “bautismo de fuego” fue lo que me hizo crecer y saber que podía.

Un año después pedí traslado a UTU La Blanqueada, puesto que ya era estudiante de Sistemas, para dictar las materias “Lógica” y “Programación”.

Son horas en aulas pero además son horas corrigiendo, preparando escritos, calificando a uno por uno.

Yo pasaba horas pensando que ejercicios ponerles a mis educandos para que pudieran entender las materias, corregía escritos en mi casa, los calificaba tratando de  ser justa, no regalando la  nota y estimular al que se esforzaba.

Dos años más tarde, alguien decidió centralizar todas las carreras informáticas en la UTU de Villa Muñoz.

Fueron tiempos duros. El primer año no teníamos tan siquiera baños dignos, varios cristales de las aulas estaba rotos, era pleno invierno.

Estaba naciendo el BT (Bachillerato Tecnológico), por lo tanto, hubieron verticalazos y quienes modificaron los programas de las asignaturas, no tenían los conocimientos, había una promesa de que llegarían al centro de estudio 100 PC, pero llegaron en el mes de ocubre. Yo no sabía ya que decirle a mis alumnos esperando que llegarán las PC, tuve que dar un semestre completo sin computadores.

Tema aparte para la elección de horas. Un docente, y quizá este asunto muchos no lo sepan, cada año tiene que ganarse sus horas, para ello se utiliza un proceso de elección según un ranking de dudoso criterio, puesto que uno de los factores que incide es Antigüedad, recuerdo que una Docente de Historia se había pasado el último año a Informática y estaba por encima de todos nosotros.

Aquellas elecciones de horas que demoraban un día, todos cada año sufríamos de la agonía de sí tendríamos horas. Me sucedió una vez que  luego de haber empezado los cursos, me ofrecieron nueve horas de lógica, en los nocturnos, horas que nadie había tomado. Si no las tomaba, ganaba menos, las tomé a pesar de quedar un mes de tiempo en el cual me las tuve que ingeniar para que les sirviera a los gurises, que eran en definitiva lo único que importaba.

La docencia es lo que forma. Lo que incide en futuros. Requiere de compromiso.

Es entonces cuando hoy, me gritan en la calle "profe!!" me emociono, me digo, “que increíble que me recuerden después de tantos años”, hoy los veo y me enorgullezco de que estén grandes.

Uno de mis alumnos nos alegraba las tardes heladas de invierno en UTU Villa Muñoz, porque él y su guitarra eran uno, y hoy es músico, docente de música, y estuvo en TV.

Es entonces que la gratificación de verlos así me dicen que vale la pena.

Hoy ya no ejerzo, pero adhiero a todas y cada una de las reivindicaciones, de todos modos en aquellos tiempos, con gobiernos de blancos y colorados ni existía la instancia de la movilización, o si existía nadie nos daba ni la hora,  llegarle a esos gobiernos era sencillamente imposible.

Ahora será insuficiente lo que se da, me refiero al presupuesto y prioridad, pero si uno es de “los de antes”, tiempos en los cuales a ningún político blanco o colorado se les movía un pelo, da para pensar...

Por eso quien NO HA ENTENDIDO aún el motivo de las reivindicaciones NADA HA ENTENDIDO. Quien no comprende la urgencia, la prioridad, NADA COMPRENDE.

Anna Donner Rybak © 2013
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