martes, 20 de julio de 2010

En el nombre del Bien.


Somos arrojados al mundo, sin haberlo decidido. Así, nos vamos proyectando de acuerdo a las circunstancias en las cuales estamos inmersos, y para suerte o desgracia, vamos absorbiendo nuestro entorno inmediato. Un mundo que se rige por una definición de esencia humana universal. Con comportamientos establecidos a priori.

Así, un buen hombre o una buena mujer, son aquellos que no son rebeldes, que en un futuro esperable se casarán, tendrán hijos, una buena familia. Un mal hombre, por el contrario es un ser violento, quizá un asesino serial. Y una mala mujer. esa es la que tiene una vida sexual activa. Si vemos en cualquier diccionario la definición de prostituta, uno de los ítems dirá: "Mala mujer".

Pero tan omnipotente se cree el hombre, ¿con qué derecho puede juzgar a otro por bueno o malo? ¿Acaso él lo es?

Son pocos quienes se atreven a vomitar toda esa basura, para comprender que no existe esencia humana universal, que cada individuo tiene sus cosas "buenas", y sus cosas "malas".

Estamos tan lejos, mientras en el mundo siga prevaleciendo la moral judeocristiana y se siga tratando de imitar esa esencia universal establecida a priori, siempre estaremos en este círculo vicioso.

Estamos rodeados de jueces de toga negra, señalando nuestro comportamiento, de burdos imitadores de los comportamientos de las masas.
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