viernes, 23 de marzo de 2012

¿Libro libre existencia?


Desde hace un tiempo y con cierta perseverancia viene siendo protagonista de conferencias, charlas y debates el tema de la existencia del libro.

No sin cierto desasosiego, la incertidumbre desvelada abarca cuestiones del tipo: “¿hasta cuándo existirá el libro de papel?” “¿Será sustituido por el libro digital?

El tema preocupa pero también revela otro dilema más trascendental: ¿Hasta dónde/cuando sustituirá la tecnología a la naturaleza? (queda pendiente para otras columnas)

Volviendo al meollo de la cuestión, es que pido disculpas al lector por mi insistencia de citar nuevamente la brillante película de Woody Allen “Midnight in Paris”, la cito porque me gustó mucho, y además porque se trata de una apología por oposición a la consabida frase pronunciada por nuestros padres, abuelos… “Todo tiempo pasado fue mejor”.

En la película Allen demuestra, mediante una trama conmovedora y divertida, la obsesión de los individuos por “la negación del presente”.

Tiempo. Y sí. Esta dimensión es la que viene a fijar los parámetros de nuestra existencia, demostrando mediante un movimiento uniformemente acelerado según la física el alcance de los avances de los “nuevos tiempos”.

Precisamente todo lo que concierne a temas de informáticos (hasta hace una pocas décadas cyber-criaturas que poco menos mordían y todo el mundo pensaba dos veces antes de apretar una tecla), está incluido en el conjunto de “lo que avanza con un movimiento muy uniformemente acelerado”.

Si reparamos que cuando íbamos a la escuela no existían las computadoras más que en la NASA y algún otro lugar casi inaccesible para nosotros, estando “dibujadas” dentro de películas como “2001, Odisea del Espacio” como máquinas negras con luces verdes, y vemos ahora que cada niño tiene una “Ceibalita”, (cuestión que merece ser celebrada muy), poseemos elementos más que suficientes para constatar el impacto de estos avances.

No en vano, un niño de menos de cinco años se desenvuelve  mucho más seguro frente a una computadora que un señor de la edad de mi padre, o quizá de mi edad, depende.

La generación “puente” entre lo “real” y lo “virtual”, es la que quizá teme o duda más. Doña María aún no entiende cómo apretando un botón puede (si quiere) hacer su pedido al Disco, Tienda Inglesa, etc. metiéndose “adentro del súper”, tomando un “carrito” e ir eligiendo.

Para Doña María eso es cosa de “Los Supersónicos”.

En ese entorno surge, naturalmente, el debate de la permanencia (o no) del libro de papel.

En este presente tan “profundo” existen infinitas posibilidades para publicar en internet. Desde foros, pasando por blogs, redes sociales, hasta llegar a los libros digitales, y, por si fuera poco (por ahora) de modo gratuito.

Sin embargo, la proliferación de estas bondades del futuro no va en detrimento de la permanencia del libro de papel.

El libro en papel es insustituible.

¿Qué hogar no se viste con elegancia teniendo como “básico” una biblioteca?

¿Qué escritor no muerte de placer viendo a todos sus autores predilectos en tomos de diversas épocas y tamaños ordenados y clasificados por tema en su biblioteca personal?

¿Qué placer es mayor que decidir, mirando la biblioteca por sectores, elegir en el momento qué voy a leer, y simplemente tomar el libro, y recostarme y hacerlo?

Si bien el auge de Internet permite un impacto y difusión “on line” que permiten al escritor tener ene lectores a lo largo y ancho de todo el planeta leyendo su prosa, lo cierto es que leer un libro de 500 páginas es harto más disfrutable en el papel y que en el monitor.

Definitivamente, la existencia del libro, tiene para rato.

Anna Donner Rybak © 2012
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