martes, 20 de julio de 2010

La felicidad, ja ja ja ja...


Escritores, poetas, filósofos, cantantes. Los unos utilizan este vocablo como estribillo, o cadencia. Los otros se debaten acerca del significado de esta palabrita. ¿Sensación, o estado? ¿Existe alguien que sea, de verdad, feliz?

Desde la cursilería de Palito Ortega,

“La felicidad, ja ja ja ja...
De sentir amor, o, o, o, or...
Hoy hace cantar, a, a, a, ar...
A mi corazón, o, o, o, on...”


Pasando por “El Camino de la Felicidad” de Jorge Bucay, del cual me parece rescatable este ítem:

“En la vida, el rumbo lo marca el sentido que cada uno decida darle a su existencia.
¿Para qué vivo?
No por qué, sino para qué.
No cómo, sino para qué.
No con quién, sino para qué.
No de qué, sino para qué.
Se trata de TU VIDA.
¿Qué sentido tiene tu vida?”

Seguramente, en algún momento de nuestra vida, alguien nos ha hecho la preguntita, o en su defecto se la hemos hecho a nuestro mejor amigo, pareja, etc:

¿Sos feliz?

Y, es comprensible haberla realizado. Nos vendieron el cuento de que la felicidad se alcanzaría cuando una encontrara a su príncipe azul “Y fueron felices, y comieron perdices…”, o cuando uno consiguiera ese puesto en la gerencia X, casa, auto: “Sí, gorda, es full time, yo estoy a la orden de la empresa”- “Gorda, ¿por qué no vas al Shopping y te comprás ese par de zapatos que tanto te gusta?”- Ante este panorama, dos opciones: Puede que la gordita sea una gordita feliz, cuya aspiración en esta vida es invitar a sus amistades a su nueva casa, ahora que están tan bien económicamente, al fin y al cabo ella la pasa fenómeno, tiene una empleada, no trabaja, y se dedica a la “administración” de la fortuna del gordi. Pero, también podría suceder que la gorda extrañe a su marido, que no soporte que la empresa maneje su tiempo, el de ella, el de sus hijos, (ahora estoy pensando en estos gerentes de las multinacionales, que cada cinco años se mudan de país, hijos que deben de cambiar de colegio, siempre consideré esos empleos una jaula dorada).
Esa definición de felicidad es la que venimos mamando desde pequeños. Fuimos creciendo, siempre con la expectativa de que iríamos a alcanzar ese estado sublime, en el cual todo el tiempo iríamos a sentir mariposas en la panza, y todo se iría a solucionar en nuestra vida. Y, eso no sucedía. Y cada vez estaba más lejos. ¿Nos habían mentido? ¿O quizá uno estaba “enfermo” y no podía disfrutar de la aparente felicidad que veía gozaban los otros?
Al fin se fue dilucidando el misterio. Uno no era feliz en esa nebulosa de algodón, porque simplemente, eso no existía. Porque la vida es compleja, vasta, rica, triste. La vida es todo eso, y estar preparado para vivir, significa (también) estar preparado para el dolor.
Yo no creo en la felicidad como un estado perenne, sino en INSTANTES felices, pequeños destellos en la oscuridad de la existencia, Momentos Perfectos. Claro se me dirá que este es un planteo pesimista.

Lo cual es coherente. Puesto que el idiota.feliz no acepta la realidad descarnada, porque no está preparado para digerirla. Me refiero a ese individuo que no asume la responsabilidad de sus acciones, y ante una mala racha, prefiere endilgar culpas a la mala suerte, a dios, al diablo, o a Mongo Cucho…
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...