“NO AL IMPERIALISMO YANQUI”, parece ser la única frase a la que es posible (y pasible) de arribar al colectivo “magnos razonadores”, oficiando como conclusión en forma unánime como producto de unos exiguos análisis en los que se sumergen década tras década, lustro tras lustro, año tras año, mes tras mes, semana tras semana, día tras día ante todos los despotismos que ocurren en el universo.
Todo lo hacen reductible a tal destino, y es entonces que me pregunto si habrá algo más fuera de eso y no se confunda el lector que a mí tampoco me gusta, pero de ahí a reducir un infinito universal de maldades sí y sólo sí a ese conjunto, es un lugar común tan cómodo como estúpido.
El imperialismo yanqui es tan solo uno de todos los demonios e ignominias de la humanidad. ¿Y el resto de los demonios? Deben ser ricos para que todos los coman, seguro que el presidente de Irán sabe a mariscos, a pastas, a pastel de chocolate. Al demonio TEOCRACIA FUNDAMENTALISTA ISLÁMICA sin embargo nunca lo ve magno razonador alguno, pero quizá se deba a otra excelsa causa: quizá los magnos razonadores padezcan de una suerte de daltonismo. De lo contrario se desprende, deduce e infiere que ellos adoran ver asesinatos de mujeres a pedradas, o de homosexuales ahorcados en las plazas. ¿Y qué dice ONU ante este cúmulo de atropellos? ¿Y qué dicen todas las organizaciones de se rasgan las vestiduras en honor a los derechos humanos? No, seguramente el presidente de Irán sabe a mariscos, debe ser.
Quien es capaz de esgrimir un buen análisis tiene fundamentos propios para realizarlo. Por lo contrario; quien para realizar un análisis tiene como fundamento por oposición lo malo de otro asunto que no es el que está siendo analizado no está haciendo ni un buen análisis, ni un mal análisis. Es tan solo un charlatán haciendo paskinería barata.
TODO es muy complejo, y dentro de ese mar de complejidades es preciso tratar de ser uno lo más objetivo posible, claro que uno no puede ser nunca absolutamente objetivo puesto que es un sujeto y no un objeto. Resulta muy comprometido explicarse a uno la toma de UNA postura haciendo siempre la pertinente autocrítica; es más cómodo para algunos hacer "trampa al solitario", pero ese es el resultado de que para muchos lo anterior resulta a) complejo, b) paradójico y c) el reconocimiento de contradicciones propias, es entonces prefieren el simplismo del blanco y del negro porque además ignoran que la coherencia no es la ausencia de contradicciones, sino saber que las contradicciones siempre existen, y es preciso hacerse cargo de las mismas. Tal simplismo, es muy nocivo para cualquier análisis y justamente son los otros, las partes interesadas en la perpetuidad de conflictos las que siempre se benefician bajo el lema "dividir para conquistar" y por ende son los primeros en promover rotundamente este modo de pensar simplón, que se opone tanto con el análisis crítico.
Desde los orígenes de la humanidad, al opresor no le interesa que el oprimido piense, sino que acate, por lo tanto, mediante entidades como Dios o afines, hacen de un todo complejo una reducción a meros blancos y negros.
Existe una pareja de demonios que parece ser invisible pero lo esencial es invisible a los ojos.
Tanto el presidente de Irán como el presidente de Venezuela tienen la osadía de revisar el holocausto judío, cuestionar los muertos y lo peor, negar el exterminio masivo de seis millones de judíos más tres millones de gitanos, negros, homosexuales y otras minorías. Otro tanto sucede con los turcos, que también tienen la osadía de negar el genocidio armenio.
Por si fuera poco Mahmoud Ahmadinejad ha dicho innumerables ocasiones que nada le placería más que borrar a Israel de la faz del planeta. Y agregando a este boletín también Ahmadinejad es homofobo, así lo prueban las ejecuciones que ha ordenado en las plazas de Teherán a homosexuales. La postura de Ahmadinejad la refuerza su amigo Chávez, que ha dicho que él no es amigo de los judíos.
Con este acervo de precedentes; ¿es correcto que todos los que visten solidaridad hagan silencio a tales infamias? ¿O por el contrario acaso uno debería de adorarlos bajo silogismo de que “todo enemigo de mi enemigo es mi amigo”?
Tíldeseme de pro yanqui, quien lo haga, suyo es el problema. Si para manifestar la diferencia con los IMPERIALISMOS es preciso adscribir a estos dos tiranos... yo no adscribo a los imperialismos y tampoco necesito defender a esos dos tiranos para dejar por sentada mi no.adscripción.
Además, se da un fenómeno que no debería de sorprendernos por tratarse de quien se trata. Chávez entra en contradicción con sus "ideales" (si es que alguna vez los tuvo o los tiene): nunca una TEOCRACIA es enemiga de un IMPERIALISMO, debería de saberlo. Chávez, para empezar. O es posible que lo sepa pero que no diga nada. Quién sabe...
El aire es casi irrespirable, cual hanzim, el viento caliente del desierto. Hoy han dado como advertencia meteorológica: Ola de Calor". No corre brisa alguna, pero el vuelo rasante de las libélulas es la ratificación de que la ola se irá hoy o mañana, afortunados somos. ¿Pero qué sucede en las áridas naciones donde todos los días son como hoy y con esta ola de calor OBLIGAN bajo pena de muerte a usar la burka a sus las mujeres? Afortunados somos. Por ahora.
Hay algo que los dueños del Poder no entienden: Podrán obligar a todos mediante el abuso de su poder a la sumisión, pero jamás podrán obligar a nadie al aplauso. El aplauso se merece o no se merece. Quien no lo merece, jamás podrá obligar a nadie a aplaudirlo, ni amenaza mediante, ni chantaje mediante, ellos no comprenden que lo único que logran es un aplauso actuado, pero jamás será un aplauso auténtico. Los aplausos no se compran. Los aplausos no se obtienen a la fuerza. Los aplausos hay que ganarlos. Y si no califican, no califican. Por más que encadenen y den infinitos latigazos, eso no hará que califiquen. JAMAS. Todo lo contrario, esto los puntúa negativamente.
Reincidiendo en el asunto de los demonios, hay más silencios. Según el diario “El País” de España, Europa no se la juega en Hungría:
“Pues bien, hoy hay un país en el corazón de Europa cuyo Gobierno amordaza a los medios de comunicación, desmantela los sistemas de protección social y sanitaria, pone en tela de juicio unos derechos que creíamos adquiridos, como el derecho al aborto, y criminaliza a los pobres.
Hay un país que vuelve a entroncar con el chovinismo más obtuso, con el populismo más gastado y con el odio a los gitanos y los judíos, convertidos cada vez más abiertamente, como en las horas más sombrías de la historia del continente, en chivos expiatorios de todo lo que va mal./Hay un país en el que están adoptando, en nombre de un principio de pertenencia que hay que calificar de étnico o racial, un régimen electoral que creíamos muerto con el nazismo y que da derecho al voto a todos los "nacionales" no ciudadanos dispersos por el resto de Europa./Ese país es Hungría./Y, esta vez, Europa no dice nada./ Los lectores del maravilloso libro Miseria de los pequeños Estados de Europa oriental, de István Bibó, conocen bien el cóctel de obsesión nacional, patriotismo victimista y dolorismo colectivo que hace de la nación húngara -como también de la polaca o búlgara- una especie de nación-Cristo llamada, como en los tiempos en que el buen rey Esteban batallaba contra los otomanos, a proteger y regenerar la civilización amenazada./ Los lectores de El Danubio, la obra maestra de Claudio Magris, saben que este asunto de un pueblo extramuros, esta forma de dar a los magiares del exterior los mismos derechos que a los del interior, esta forma de decir, sobre todo, que es ahí, en las fronteras, donde residen el alma del pueblo y su verdad más sagrada, entran en resonancia con una viejísima historia que es la de la cuestión transilvana y que, tanto en Hungría como en Rumanía, no deja de exacerbar los ánimos. Y, de una forma más general, incluso más allá de la región, cualquiera que tenga buen oído no puede dejar de oír en esta forma de nacionalismo, en esta definición de la nación como una entidad bendita, gloriosa, pero herida en el corazón, herida en sus entrañas, y convertida, a partir de ahí, en una especie de acreedor que exige que el mundo repare el ultraje; en resumen, en este esencialismo que hace de la comunidad nacional una criatura de Dios, una entidad casi mística, un ser pleno pero separado de sí mismo y cuya pureza perdida urge recuperar, nadie, no, nadie puede dejar de oír la forma exacerbada de una idea que desde los años treinta ha estado en el centro de todas las formas de fascismo./…”
Esta es tan solo una muestra de que el racismo no ha muerto; en Hungría dicen no a judíos y gitanos, se reedita "Mi lucha” en Alemania…
Estos no son en absoluto casos aislados, existe un porcentaje desolador e importante de inconsciente colectivo que aboga a estas premisas, claro no lo manifiestan mas sus silencios dicen más que mil palabras. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, nadie osaba pronunciar en medio de una especie de jubileo el vocablo "nazi". ¿Hoy? Poco a poco se van liberando esos grillos y crece a nivel exponencial. Donde sea, la inminente realidad nos revela la no existencia de una mayoría mundial ni diversa ni tolerante sino todo lo contrario: nunca han muerto ni el racismo ni la discriminación.
Es preciso no caer en el engaño de la falsa creencia de que la existencia del silencio es sinónimo que eso terminó. Las sociedades en ese aspecto no han progresado, y me temo que este fenómeno funciona a nivel "sinusoidal" (o de "vacas gordas- vacas flacas"). Cuando sucede un hito mundial grave, todos se agazapan, se silencian, pero cuando las secuelas del hito en cuestión se van evaporando, todo vuelve a renacer.
En Montevideo, Uruguay, hace dos días apareció pintada una esvástica y fueron pocos quienes denunciaron el hecho. ¿Por qué el mundo calla?
Lo dicho: me temo que lo esencial es invisible a los ojos.
Anna Donner Rybak © 2012