La frase se presta a confusión, y los acérrimos antiabortistas se aprovechan de eso.
Hacen su propaganda maquiavélica con fotos de fetos ya desarrollados, y un revólver, o fetos ya desarrollados y una aguja, y luego, cuando el que está viendo pasó por una centena de imágenes de tal índole aparece ¡la salvación!, una leyenda que dice “Si a la vida, no a la muerte”.
De este modo incitan e invitan a que uno arribe a la conclusión de que lo que se promueve y festeja es el aborto en sí mismo bajo un manto de mala fe y oscurantismo.
Considero pertinente entonces aclarar esas diferencias.
Lo que se pretende “celebrar” si es que cabe tal verbo, puesto que es algo que debería ser natural, es que se despenalice el aborto, no el aborto en sí mismo.
Los antiabortistas bajo praxis de mala fe, dicen que ahora todas las mujeres se van a embarazar ene veces porque así total se harán ene abortos.
Ayer, casualmente, día en que estaba en el Senado sujeto a votación el proyecto de ley que incluye esta medida, la despenalización del aborto, la popular cocinera argentina Maru Botaná, anunció que está esperando su octavo hijo. Es fácil deducir que Botaná, está en condiciones de mantener a veinte hijos, parece ser su sueño traer al mundo tantos hijos como “Dios” quiera.
Pero, no todas las mujeres tienen la “suerte”, por denominarlo de modo elegante, y de modo no elegante, la guita para darse tales lujos.
Para que quede claro, no se pretende condenar a quien QUIERA tener tantos hijos como “Dios” quiera mientras pueda darles de comer, techo, y abrigo.
Se pretenden otras cosas bien distintas.
Los antiabortistas pregonan que cuando salga la ley, van a salir todas las mujeres de Uruguay a embarazarse para abortar, y de paso, saltar de alegría cuando se hagan ese aborto, y salir a 18 con una pancarta que diga “Me hice un aborto”.
Cabe destacar además, que muchos de los antiabortistas tienen (oh casualidad) acciones en clínicas de abortos clandestinos.
Lo que se pretende, yendo al meollo del asunto, es que si una mujer queda embarazada, y no tiene recursos para que la célula que lleva en su vientre cuando devenga en ser, y cuando nazca lleve una vida digna, es decir, que pueda recibir las necesidades básicas como el alimento, la educación, el abrigo; en vez de tener un niño mendigo, pueda interrumpir ese proceso. Y además, que ese proceso no le cueste la muerte, como es el caso de las que menos tienen, que no pueden acceder a las clínicas de las que los antiabortistas son dueños, por lo costosas que son.
Para que quede claro, se está peleando porque no mueran más mujeres por mala praxis, que además seguramente quedaron encintas porque tampoco tuvieron acceso a una educación en donde se les enseñara que el acto sexual tiene consecuencias, si no se toman las precauciones adecuadas, y la peor no es el embarazo precisamente, sino el contagio del virus del sida.
Pero además, hay otro escabroso asunto.
Despenalizar el aborto implica desmontar un negocio que genera muchísimas divisas, que son las clínicas clandestinas que practican abortos, que cobran y cobran.
Esta ley, si sale aprobada, acabará con esa gallina de esos huevos de oro, y he aquí la verdadera preocupación de los antiabortistas.
Concluyendo y para que quede claro.
No es lo mismo estar a favor del aborto que estar a favor de la despenalización del aborto.
Anna Donner Rybak © 2011