lunes, 10 de septiembre de 2012

Besando los pies de Dios.


En su último capítulo de “Geopolítica de la Globalización”, Gerardo Bleier sostiene:

“En 1075 el Papa Gregorio VII elaboró el siguiente código.
Artículo IX “El Papa es el único hombre a quien los príncipes besan los pies
Artículo XVIII “Su sentencia no debe ser reformada por nadie, únicamente él puede reformar la sentencia de todos”
Artículo XIX “El no debe ser juzgado por nadie”.
En el siglo anterior la nobleza se había concedido el “derecho” de asignar los cargos eclesiásticos con lo que pretendía poner a su disposición al poder de Dios.
Gregorio en cambio, aspiraba a someter al poder de los reyes al poder de Dios.
Se conoce a este conflicto como “la querella de las investiduras
¿Se trató de un conflicto político?
¿Es todo conflicto de poder una disputa política?
¿Cómo se produce la ley, para que tenga validez sobre los individuos que se aspira la cumplan?
El planteamiento de estas inquietudes y el involucramiento de un considerable número de individuos en su resolución produce, cuatrocientos años después, el inicio de la “modernidad”, que consiste esencialmente en la recuperación de lo político tal y como había sido pensado e instrumentalizado en la Grecia de Pericles.
El conflicto entre el poder de la riqueza contra el poder de la moral, que es lo que la Iglesia corrompida comenzaba a dejar de representar pero había representado, no es político, porque la legitimidad de tales formas de autoridad no se “producen” democráticamente. Es, en todo caso, militar.
Militar porque propiamente para imponer su voluntad, tanto los reyes como la Iglesia recurrían a ejércitos, en nombre de la tradición unos, en nombre del “texto sagrado” otros.
Si se relee lo aquí escrito despaciosamente se observará que la anécdota, el suceso histórico, el acontecimiento al que se alude, pone de relieve varios de los más importantes “temas” del proceso de evolución del ser humano y de la sociedad.
Pensando esos temas y padeciendo esas disputas fue que Maquiavelo y Hobbes y Spinoza excitados por las transformaciones en la economía y el comercio y los nuevos conflictos que de ello derivaban se replantearon la significación de lo político.
Una primera generalización que ya puede formularse es la siguiente: “la guerra no es la continuación de la política por otros medios”.
Al contrario, la guerra es la anulación de la política que es la facultad humana de organizar la cooperación y competencia entre los integrantes de la comunidad superando el mero uso de la fuerza física para hacer posible la supervivencia de todos y de uno mismo, lo que únicamente se logra en condiciones de igualdad.
El suceso histórico que analizamos también pone en evidencia que lo político prevalece sobre lo jurídico. En caso contrario todavía estaríamos besando los pies del Papa. “– Gerardo  Bleier de Geopolítica de la Globalización.http://gerardobleier.blogspot.com/2012/09/geopolitica-de-la-globalizacion-xi-el.html

Besando los pies de Dios. Besando los pies del Papa, de Alá, de Jesús, de Yahvé, algunos todavía están. Pero esto no sería un problema. El problema se suscita cuando los FUNDAMENTALISTAS (religiosos extremistas o radicales) prevalecen sobre el mundo.

Algunos estragos del “cáncer fundamentalista” son: 

  • Negar el presente incansablemente.
El progreso, los avances tecnológicos, la ciencia y los antídotos para muchas enfermedades, son negadas por algunos sectores. Sin ir más lejos, los Testigos de Jehová, no aceptan recibir transfusiones de sangre. Esta atrocidad; que no tiene ni “cabeza ni pies”, mejor dicho tiene “los pies de Dios”, resulta inentendible, ¿en qué cabeza cabe NEGARSE a vivir? Es casi un suicidio. Por otro lado, existen ciertos sectores del judaísmo ultra-ortodoxo, que se niegan a encender luces en Shabat, que se niegan a llamar el ascensor (pero hecha la ley, hecha la trampa, dejan circulando el ascensor automáticamente y parará en su piso), etc.

  • Castración de la sexualidad.
Todo lo que se reprime, se vuelve en contra. Por si no lo recordamos, la REPRESIÓN sucedida en la dictadura militar, dejó como saldo la anulación de la libertad, un cúmulo de individuos que desafiaron la represión sólo encontraron el secuestro, la cárcel, la tortura, y en muchos casos la muerte.

Desde el punto de vista psicológico todo lo reprimido se vuelve NOCIVO para el individuo, y no resulta una excepción la represión de la sexualidad. Dios la entiende como un MEDIO pero la condena como FIN. Así la sexualidad como medio para la procreación de la especie está “bien”, pero la sexualidad como fin para el gozo y el placer está “mal”. Como las sociedades aún están muy lejos de alcanzar el ansiado progreso, es natural que todos y cada uno de nosotros seamos arrojados en un mundo donde se señala con el dedo a quien goza de la sexualidad: “Es un pervertido”, “Es un enfermo”, mandatos que conllevan a que cuando uno siente el llamado del cuerpo, ya desde la niñez, (si tiene la mala suerte de tener padres represores) se sentirá sucio, y se atormentará cuando sienta deseo de explorar su cuerpo. Y en la adolescencia, el sufrimiento será mayor. Con suerte, por sí mismo descubrirá que todo lo aprehendido es “basura”, e irá vomitándola toda hasta “sanar”. Con falta de ella, se volverá un sujeto insano, puesto que una de las condiciones para gozar de buena salud es una sexualidad sana.

Ni que hablar los castigos que sufre la mujer en el islam radical: Ante todo debe de cubrirse en el mejor de los casos con el chador, y en el peor, con la burka, prenda terrible que hace perder la vista entre otras cosas. Y si esa mujer muestra un tobillo ya es castigada. Y en muchos casos en condenada a muerte. Esa mujer es una cosa y no un ser. Es una cosa que usa el hombre para que lo sirva: Limpia la casa, cocina, tiene muchísima descendencia buscando el ansiado varón, que de no llegar, será condenada por incapacidad de gestar un varón, y será degradada por el esposo, y segregada. Y en el peor de los casos, si el marido decide que no merece la vida (como ella es una cosa, el ser decide), muere. Así de fácil. Lapidada, en el mayor de los casos. Cuesta creer que estas cosas suceden AHORA, cosa de Dios.

Los fundamentalistas católicos, como por ejemplo los miembros del Opus Dei, “obra” en la cual existen individuos célibes, e individuos no célibes, han vuelto a las mutilaciones vigentes en la época de la Inquisición, (flagelación, cadenas de silicio). 

  • Morir en nombre de Dios.
 Este último punto es atroz. ¿Cómo comprender que jóvenes con toda la vida por delante sean instados a suicidarse usándolos como “bombas humanas” para asesinar a otros?

La YIHAD ISLÁMICA, significa “La Guerra Santa”, concepto “heredado” de los cruzados de la Edad Media, que mataban a todos los “infieles”, (como infiel se entiende quien no profesara la religión católica: árabes, judíos, etc.). 

El concepto de “Guerra Santa” de los fundamentalistas islámicos se asocia con matar (también) a todos los “infieles”, pero en este caso, a los occidentales.  Las pruebas más atroces están dadas por los atentados del 11 de setiembre de 2001 en Nueva York, 11 de marzo de 2004 en la estación de trenes en Madrid, y 7 de julio de 2005 en Londres.

En la antigüedad, Descartes había considerado la existencia de tres “sustancias”: el pensamiento, la extensión y Dios.  Spinoza redujo estas tres sustancias a una sola: La Realidad. 

La Realidad, es la causa de sí misma y a la vez de todas las cosas; existe por sí misma y es productora de toda realidad, por lo tanto la Naturaleza equivale a Dios. Dios y el mundo, su producción, son idénticos. Todos los objetos físicos son los modos de Dios contenidos en el atributo extensión. Las ideas de Dios son los modos de Dios contenidos en el atributo pensamiento.

El problema que presentaba la filosofía de Descartes, era explicar un mundo con Dios: el pensamiento y la extensión son dos de los infinitos atributos de Dios, entonces ¿cómo se podía conocer al mundo?

Spinoza sostiene que sí se puede conocer el mundo, pero a la vez surge otro dilema: ¿cómo explicar la libertad? Al postular Spinoza una sola sustancia, ¿cómo es posible la existencia de la libertad si todo está sometido a una inexorable regulación permanente?

En la publicación “Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”, Marx sostiene que “La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo.

Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real. La exigencia de renunciar a las ilusiones sobre su condición es la exigencia de renunciar a una condición que necesita de ilusiones. La crítica a la religión es, por tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas, cuyo halo lo constituye la religión.

Por desgracia, todavía son muchos los que le besan los pies a Dios.

Anna Donner Rybak © 2012
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