viernes, 10 de agosto de 2012

Nueva Ciuda Vieja, muerta bahía bella.


Hace diez años se veía venir.

Claro que esto sólo lo veían pocos, las mayorías decían: “Qué horrible la Ciudad Vieja”, o, “Ahí de noche sos boleta”, o, “Qué deprimente un domingo ahí”,  con todos los comercios cerrados, las calles llenas de basura, la rambla portuaria, la Plaza Zabala, el viejo hotel Alhambra, todos edificios invadidos con olores a orines.

La calle por la que circulaban ómnibus y trolleys era Sarandí, continuación de 18 de Julio, parte de la Cuchilla Grande, que termina en la escollera.

La calle “viva” era Colón. Ese mini centro, que iba desde Colón y Cerrito hasta Colón y Buenos Aires. Ahí estaban todas las marcas, todos los proveedores al “por mayor”.

Yo ahí no viviría ni loco”, “Qué barrio más horrible”, “Yo a tu casa no voy porque capaz me descuartizan vivo”.

Sin embargo, a estas “cortas cabecitas” les era imposible avizorar que la Ciudad Vieja geográficamente es un punto estratégico. Península, mar sur, este y norte, alguien seguramente tendría pensado algo. Porque no es fácil encontrar zonas de belleza natural, y la consecuencia lógica es que alguien haga algo con eso. Sí, se veía venir.

Todo arrancó en 1989, con las dos primeras cuadras de Sarandí. Hasta la Plaza Matriz. Comenzaron las obras de la peatonal.

La feria de Antigüedades de los sábados en la Plaza.

¿Ojo por ojo diente por diente?

Fue por aquellos tiempos que nació el proyecto “Zona Azul”. Zona Azul mató a Colón. Así fue. Al no poder conseguir lugar para estacionar paulatinamente todo ese movimiento fue disminuyendo. Cada día un negocio cerraba sus puertas. Colón agonizaba. De ver esas cuadras rebozantes de peatones, vidrieras, pasamos a ver muchas cortinas bajas, y vestigios de “lo que fue”. Hoy Colón no existe, y se mudó a Villa Muñoz (le dicen “El Barrio de los Judíos”; a mi ese nombre no me gusta, no sé, no me gusta)

Mientras Colón moría la Ciudad Vieja comenzaba su proceso de mutación.

Se continuó con la peatonal, lo cual permitió que “La Pasiva” y otros pusieran mesas en la Plaza Matriz.

Paralelamente, comenzaron los primeros reciclajes de las viviendas ocupadas en la rambla portuaria.

Más adelante, continuaron las obras de La Peatonal Sarandí hasta la calle Zabala. Los reciclajes comenzaron en el corazón mismo de la Ciudad Vieja, paso a paso, centímetro a centímetro.

Sarandí ya no era aquella calle que después de la Plaza Matriz no tenía vida, y sólo quedaban vestigios de otras épocas.

Sarandí iba mutando, y se iba llenando de boliches, de mesas, de artesanos, de espectáculos callejeros.

Hasta que sucedió.

La Peatonal se extendió definitivamente hasta Pérez Castellanos, y luego hasta el Mercado del Puerto.

Los viejos edificios, sólo en el recuerdo.

Las principales firmas de ropa y otros se instalaron en la Peatonal Sarandí. Con un perfil de exclusividad dirigido hacia turistas y decoración impecable. Todos están hoy ahí. Todos tienen una sucursal en la Peatonal Sarandí y eso es “más”.

La rambla portuaria se ve diferente. No queda un solo edificio ocupado, todos han sido reciclados.

Los precios de las propiedades seguramente se incrementaron.

Y el broche de oro es la remodelación del ex Mercado Central, donde se erigirá la sede de la Corporación Andina de Fomento.

La intención del giro que dio a la Ciudad Vieja es clara. De ser un “barrio pichi”, es EL BARRIO EJECUTIVO.

Sin embargo hay un aspecto que nadie tuvo en cuenta, o quizá sí, pero optaron por las ganancias en lugar del paisaje y la creación de algo sublime.

No es novedad a estas alturas “lo que dejan” los depósitos como Supramar S.A., y otros. Si dejarán; que los insolentes containers se han dado el lujo de tapar la magnífica y casi única vista a una de los pocas bahías naturales del mundo y a nadie parece molestarle el asunto.

Esos depósitos de contenedores, son … mejor cuento una pequeña anécdota.

Trabajaba yo por cierta consultora en la Dirección Nacional de Aduanas, cuando se me encargó hacer un software para que asignara de modo randómico a los “verificadores de depósito”. Parece que la mano venía tan pesada que poco menos que se sacaban los ojos, porque no era lo mismo ir a “verificar” un depósito que otro. Entonces comprendí “lo” que debería de moverse en aquellas transacciones.

Sin contar, además, que se tuvo que enrejar el centro de cómputos puesto que los Despachantes de Aduana si se enlentecía parte del trámite de Importaciones se nos metían y no digo que nos fueran a matar pero casi. Una horda de Despachantes se nos venía encima, y tal era la magnitud del impacto que se puso una reja igual  a las de la cárcel para que esos tipos no pudieran pasar.  Una importación que demorara un día y estos tipos perdían ni me quiero imaginar para que intentaran “atentar” contra nuestra vida.

¿Cuál es el precio de todo esto HOY? Los containers tapan la vista a la bahía, pero además, como ya no había lugar, cometieron la atrocidad de rellenar la bahía (ganarle espacio al mar), peligrando las funcionalidades de nuestro puerto, calificado como “Puerto de aguas profundas”, y arruinando para siempre una de las bahías naturales más hermosas del mundo.

Una de las bahías más hermosas del mundo en la cual podría haberse construido un “Puerto Madero”, (Puerto Bahía lo llamo en mis ficciones), que hubiera convertido  a la Ciudad Vieja y a Montevideo en la ciudad más linda del mundo.

Si vemos que “Puerto Madero”, que carece de bahía, que la costa del Río de la Plata en la vecina orilla nunca fue de lo más bello, y nos imaginamos por un instante que en el espacio en donde hoy están los contenedores podrían ubicarse apartamentos para vivir, oficinas muy importantes, edificios de Carlos Ott, nos damos cuenta de que se ha perdido:

a) un paisaje natural casi único en el mundo.
b) una zona para emplazar oficinas y viviendas con una vista sin precedentes.
c) que “Puerto Bahía” le diera brillo a la República Oriental del Uruguay y  a Montevideo.

Me pregunto si Vale lo que Cuesta. Me queda muy claro que cuando de “contenedores” se trata, “todo está permitido”.

Hace diez años se veía venir.

Si “asesinaron” la bahía y están impunes.

Qué lástima.

Anna Donner Rybak © 2012
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