Un hombre le da 14 puntazos a su pequeña hija provocándole
una hemorragia interna. Una niña de cinco años es asesinada por su padre.
Según nuestro presidente, este hecho está considerado dentro
del marco de “enfermedades de la sociedad”,
y los psiquiatras deberían tomar parte para “solucionarlos”.
Otra vez lo mismo. La enfermedad. Siempre la enfermedad.
¿Acaso es tan difícil de entender que este señor es un reverendo hijo de puta?
¿Por qué buscar “el pelo al huevo”
cuando simplemente estamos en presencia de un ser execrable que no merece el
don de la vida?
Y el recurso de la enfermedad volvió a funcionar lo que desvela
el manto de oscurantismo que se cierne frente a estos hijos de su madre que
siempre zafan.
Inimputable, fue el dictamen. El “pobre ser” padece psicosis crónica y esquizofrenia.
Según el diario “El País”
El hombre que mató a su hija con un destornillador fue
declarado inimputable tras realizarse la pericia psiquiátrica. Por eso no irá a
la cárcel y sí al Hospital Vilardebó, para su recuperación. "Padece psicosis crónica y esquizofrenia",
dice la pericia.
"Él relata (en la indagatoria)
que fue a buscar a su hija al colegio, a las 17 horas, y de allí fueron a la
casa y estuvieron jugando a la escondida; la niña hizo dibujos, miraron
televisión y después se durmió, sobre las 20 horas, hasta que vino su ex pareja
y se la pidió. Y que después vinieron los policías y se la sacaron cuando la
tenía dormida. Ese es el hecho puntual que relata. En su realidad no existe el
crimen", dice tajante José María Gómez, el juez de 5° turno que estuvo
al frente del caso.
En su resolución, el juez Gómez declaró al indagado como autor penalmente
inimputable de un delito de homicidio especialmente agravado, y dispuso "medidas curativas provisionales de
internación en la sala de seguridad (pabellón 11) del Hospital Vilardebó".
La defensa del homicida no formuló objeciones a la solicitud de enjuiciamiento
del juez.
OTRA REALIDAD. "Siempre aseveró que la niña estuvo dormida en sus brazos y su relato
unívoco no se apartó un ápice de ello. En efecto, cuando su mujer llegó a la
casa y dijo `qué le hiciste` el hombre aseveró: `Yo le contesté que no le había
hecho nada y que estaba dormida`. Lo mismo les dijo a los policías: `no la
toquen, está durmiendo` y en sede judicial, preguntado por qué no le entregó la
niña a su mujer, contestó: `yo no se la di porque estaba dormida, le dije que
esperara`", se describe en el auto de procesamiento.
Sin embargo, la realidad era otra y horrenda. Cuando
su mujer se dirigió a la casa de su ex pareja en busca de la hija, el pasado
lunes, lo encontró con la pequeña en brazos.
"El hombre
le daba besos mientras la hamacaba en su regazo; presentaba la ropa
ensangrentada y la menor yacía inerte en sus brazos. La mujer declaró que le
levantó el buzo y percibió que tenía cortes. Pero él se negaba a entregar a la
niña aduciendo que estaba dormida", indica el informe.
En la cocina había un destornillador y un pequeño
charco de sangre en el piso. Según se desprende de la autopsia forense
realizada al cuerpo de la menor, se le detectaron más de 50 puntazos provocados
con dicho destornillador.
INIMPUTABLE. Por todos estos elementos fue que el juez dispuso llevar a cabo
una pericia psiquiátrica, con el fin de determinar si el indagado era
consciente de sus actos. El resultado del informe, realizado por el Instituto
Técnico Forense (ITF) fue tajante: "No
fue capaz de determinarse" en sus actos.
El juez Gómez tomó en cuenta esta aseveración para su resolución. "Esto permite aventurar prima facie que el
insuceso fue el resultado de su cuadro de ideación delirante; su enfermedad
psiquiátrica crónica lo incapacita desde el punto de vista psíquico para obrar
con autonomía, sin ser responsable de sus actos (...) No se puede exigir que se
motive en la norma una persona que no está en condiciones de conocer el alcance
de la prohibición", dice el juez en su informe.
Amén de esto, el juez dispuso una pericia psicológica (que a diferencia de
la psiquiátrica demanda varias sesiones) además de establecer una Junta Médica
Psiquiátrica a cargo del Instituto Técnico Forense para seguir su evolución.
Consultado por la prensa, el juez del caso explicó que el hecho de haber
sido declarado inimputable no significa que en un futuro su condición no pase a
imputable. "El proceso seguirá y se verá qué plantea el Ministerio
Público. Que haya sido declarado inimputable es la decisión inicial en función
de una pericia que contó con elementos primigenios, muy esenciales, básicos, de
una instrucción inicial. Por eso es que la Junta Médica, probablemente, con
mayores datos, se expedirá y confirmará lo que se dijo en esta instancia o
podrá revertir el informe", aclaró Gómez.
PERICIA. En la pericia psiquiátrica propiamente dicha se afirma que el
periciado padece psicosis crónica y esquizofrenia paranoica. "Interpreta todos los sucesos (incluyendo
esta evaluación) en un contexto delirante. Tiene tres hijos de su matrimonio,
separado hace un mes. En los últimos años hubo un deterioro de sus vínculos
sociales, y un aislamiento progresivo y continuado".
Sobre sus progenitores, expresa que su padre era alcohólico y maltratador y
su madre llevaba adelante un tratamiento psiquiátrico. Sobre sus antecedentes
personales dijo haber sido víctima de maltrato en la infancia y niega
antecedentes médicos.
"Su personalidad presenta contenidos
delirantes. Sufre de insomnio y anorexia con adelgazamiento marcado. Niega
ideas de muerte y de autoeliminación. Niega los hechos y refiere: `eso dicen
ustedes pero yo sé que no es así`. Su nivel intelectual es normal",
expresa el informe técnico.
"El individuo tiene esa patología
desde hace tiempo, lo único que no era tratada. Los familiares manifestaron que
había sido tratado en una ocasión, cuando regresó del exterior, donde le había
ido mal. En una oportunidad lo vio un médico, le recetó determinada medicación,
pero el hombre no la tomó. Habida cuenta su estado de ánimo, los familiares lo
describieron como una persona bajoneada y deprimida", dijo ayer el
juez del caso.
Para los vecinos de la zona que lo conocían e incluso lo veían jugar con sus
hijos en el frente de la casa no dan crédito de lo que hizo. "Uno podía ver que estaba venido a menos,
como chupado, con muchos kilos menos... pero nunca nadie iba a imaginar que
podía cometer esta atrocidad", dice Amalia, una vecina indignada.
Inimputable, fue el dictamen. El “pobre ser” padece psicosis crónica y esquizofrenia.
Y el recurso de la enfermedad volvió a funcionar lo que desvela
el manto de oscurantismo que se cierne frente a estos hijos de su madre que
siempre zafan.
Otra vez lo mismo. La enfermedad. Siempre la enfermedad.
¿Acaso es tan difícil de entender que este señor es un reverendo hijo de puta?
¿Por qué buscar “el pelo al huevo”
cuando simplemente estamos en presencia de un ser execrable que no merece el
don de la vida?
En la primera saga de la trilogía “Millennium” (Män som
hatar kvinnor) [Los hombres que no amaban a las mujeres], El
periodista Mikael Blomkvist es acusado de difamación y sentenciado a pasar tres
meses en la cárcel. En ese momento recibe la llamada del anciano industrial
Henrik Vanger y un interesante trabajo: si en el plazo de un año descubre cual
de sus familiares mató a su sobrina Harriet, que desapareció sin dejar rastro
en 1966, recibirá la información que prueba que él es inocente y podrá
recuperar su prestigio profesional. Así será como, con la ayuda de la excelente
hacker Lisbeth Salander, Mikael Blomkvist se embarque en una investigación que
cambiará su vida para siempre. Lisbeth es contratada para averiguar los
antecedentes de Blomkvist, una tarea que en última instancia la lleva a unirse
a Mikael en su investigación sobre el asesinato de Harriet Vanger. Aunque
Lisbeth se protege de un mundo que la ha traicionado una y otra vez, sus
habilidades como hacker y su capacidad de concentración y
determinación inquebrantable, la hacen imprescindible. Mientras Mikael se
enfrenta cara a cara con los herméticos Vanger, Lisbeth trabaja en la sombra.
Ambos comienzan a trazar una cadena de homicidios desde el pasado hasta el
presente, forjando un frágil hilo de confianza, aun siendo arrastrados hacia
una de las corrientes más salvajes del crimen contemporáneo.
Si bien esta es la trama de Män som hatar kvinnor, hay ciertos hitos tangenciales (pero no
menos importantes) que hacen referencia a determinados perfiles. En un momento,
el asesino decribe a sangre fría cómo disfruta del momento en que sus víctimas
se van desesperando porque están perdiendo la vida, lo DISFRUTA. Otro
personaje, el tutor de Lisbeth, resulta ser un sádico y abusador. La violenta,
la viola, le pega, la lastima.
¿Sería acaso
inimputable alguna de estas ominosas conductas? ¿Puede ser inimputable que un
reverendo hijo de puta DISFRUTE de cómo asesina? ¿Puede ser inimputable que un
abusador DISFRUTE de dar latigazos, violar, esposar a su víctima? NO, NO PUEDE
SERLO.
¿Inimputable?
No, no debe serlo.
Anna Donner Rybak ©
2012