jueves, 16 de agosto de 2012

Inimputable indignación


Un hombre le da 14 puntazos a su pequeña hija provocándole una hemorragia interna. Una niña de cinco años es asesinada por su padre.

Según nuestro presidente, este hecho está considerado dentro del marco de “enfermedades de la sociedad”, y los psiquiatras deberían tomar parte para “solucionarlos”.

Otra vez lo mismo. La enfermedad. Siempre la enfermedad. ¿Acaso es tan difícil de entender que este señor es un reverendo hijo de puta? ¿Por qué buscar “el pelo al huevo” cuando simplemente estamos en presencia de un ser execrable que no merece el don de la vida?

Y el recurso de la enfermedad volvió a funcionar lo que desvela el manto de oscurantismo que se cierne frente a estos hijos de su madre que siempre zafan.

Inimputable, fue el dictamen. El “pobre ser” padece psicosis crónica y esquizofrenia.

Según el diario “El País”

El hombre que mató a su hija con un destornillador fue declarado inimputable tras realizarse la pericia psiquiátrica. Por eso no irá a la cárcel y sí al Hospital Vilardebó, para su recuperación. "Padece psicosis crónica y esquizofrenia", dice la pericia.

"Él relata (en la indagatoria) que fue a buscar a su hija al colegio, a las 17 horas, y de allí fueron a la casa y estuvieron jugando a la escondida; la niña hizo dibujos, miraron televisión y después se durmió, sobre las 20 horas, hasta que vino su ex pareja y se la pidió. Y que después vinieron los policías y se la sacaron cuando la tenía dormida. Ese es el hecho puntual que relata. En su realidad no existe el crimen", dice tajante José María Gómez, el juez de 5° turno que estuvo al frente del caso.

En su resolución, el juez Gómez declaró al indagado como autor penalmente inimputable de un delito de homicidio especialmente agravado, y dispuso "medidas curativas provisionales de internación en la sala de seguridad (pabellón 11) del Hospital Vilardebó". La defensa del homicida no formuló objeciones a la solicitud de enjuiciamiento del juez.

OTRA REALIDAD. "Siempre aseveró que la niña estuvo dormida en sus brazos y su relato unívoco no se apartó un ápice de ello. En efecto, cuando su mujer llegó a la casa y dijo `qué le hiciste` el hombre aseveró: `Yo le contesté que no le había hecho nada y que estaba dormida`. Lo mismo les dijo a los policías: `no la toquen, está durmiendo` y en sede judicial, preguntado por qué no le entregó la niña a su mujer, contestó: `yo no se la di porque estaba dormida, le dije que esperara`", se describe en el auto de procesamiento.

Sin embargo, la realidad era otra y horrenda. Cuando su mujer se dirigió a la casa de su ex pareja en busca de la hija, el pasado lunes, lo encontró con la pequeña en brazos.

"El hombre le daba besos mientras la hamacaba en su regazo; presentaba la ropa ensangrentada y la menor yacía inerte en sus brazos. La mujer declaró que le levantó el buzo y percibió que tenía cortes. Pero él se negaba a entregar a la niña aduciendo que estaba dormida", indica el informe.

En la cocina había un destornillador y un pequeño charco de sangre en el piso. Según se desprende de la autopsia forense realizada al cuerpo de la menor, se le detectaron más de 50 puntazos provocados con dicho destornillador.

INIMPUTABLE. Por todos estos elementos fue que el juez dispuso llevar a cabo una pericia psiquiátrica, con el fin de determinar si el indagado era consciente de sus actos. El resultado del informe, realizado por el Instituto Técnico Forense (ITF) fue tajante: "No fue capaz de determinarse" en sus actos.

El juez Gómez tomó en cuenta esta aseveración para su resolución. "Esto permite aventurar prima facie que el insuceso fue el resultado de su cuadro de ideación delirante; su enfermedad psiquiátrica crónica lo incapacita desde el punto de vista psíquico para obrar con autonomía, sin ser responsable de sus actos (...) No se puede exigir que se motive en la norma una persona que no está en condiciones de conocer el alcance de la prohibición", dice el juez en su informe.

Amén de esto, el juez dispuso una pericia psicológica (que a diferencia de la psiquiátrica demanda varias sesiones) además de establecer una Junta Médica Psiquiátrica a cargo del Instituto Técnico Forense para seguir su evolución.

Consultado por la prensa, el juez del caso explicó que el hecho de haber sido declarado inimputable no significa que en un futuro su condición no pase a imputable. "El proceso seguirá y se verá qué plantea el Ministerio Público. Que haya sido declarado inimputable es la decisión inicial en función de una pericia que contó con elementos primigenios, muy esenciales, básicos, de una instrucción inicial. Por eso es que la Junta Médica, probablemente, con mayores datos, se expedirá y confirmará lo que se dijo en esta instancia o podrá revertir el informe", aclaró Gómez.

PERICIA. En la pericia psiquiátrica propiamente dicha se afirma que el periciado padece psicosis crónica y esquizofrenia paranoica. "Interpreta todos los sucesos (incluyendo esta evaluación) en un contexto delirante. Tiene tres hijos de su matrimonio, separado hace un mes. En los últimos años hubo un deterioro de sus vínculos sociales, y un aislamiento progresivo y continuado".

Sobre sus progenitores, expresa que su padre era alcohólico y maltratador y su madre llevaba adelante un tratamiento psiquiátrico. Sobre sus antecedentes personales dijo haber sido víctima de maltrato en la infancia y niega antecedentes médicos.

"Su personalidad presenta contenidos delirantes. Sufre de insomnio y anorexia con adelgazamiento marcado. Niega ideas de muerte y de autoeliminación. Niega los hechos y refiere: `eso dicen ustedes pero yo sé que no es así`. Su nivel intelectual es normal", expresa el informe técnico.

"El individuo tiene esa patología desde hace tiempo, lo único que no era tratada. Los familiares manifestaron que había sido tratado en una ocasión, cuando regresó del exterior, donde le había ido mal. En una oportunidad lo vio un médico, le recetó determinada medicación, pero el hombre no la tomó. Habida cuenta su estado de ánimo, los familiares lo describieron como una persona bajoneada y deprimida", dijo ayer el juez del caso.

Para los vecinos de la zona que lo conocían e incluso lo veían jugar con sus hijos en el frente de la casa no dan crédito de lo que hizo. "Uno podía ver que estaba venido a menos, como chupado, con muchos kilos menos... pero nunca nadie iba a imaginar que podía cometer esta atrocidad", dice Amalia, una vecina indignada.


Inimputable, fue el dictamen. El “pobre ser” padece psicosis crónica y esquizofrenia.

Y el recurso de la enfermedad volvió a funcionar lo que desvela el manto de oscurantismo que se cierne frente a estos hijos de su madre que siempre zafan.

Otra vez lo mismo. La enfermedad. Siempre la enfermedad. ¿Acaso es tan difícil de entender que este señor es un reverendo hijo de puta? ¿Por qué buscar “el pelo al huevo” cuando simplemente estamos en presencia de un ser execrable que no merece el don de la vida?

En la primera saga de la trilogía “Millennium” (Män som hatar kvinnor)  [Los hombres que no amaban a las mujeres], El periodista Mikael Blomkvist es acusado de difamación y sentenciado a pasar tres meses en la cárcel. En ese momento recibe la llamada del anciano industrial Henrik Vanger y un interesante trabajo: si en el plazo de un año descubre cual de sus familiares mató a su sobrina Harriet, que desapareció sin dejar rastro en 1966, recibirá la información que prueba que él es inocente y podrá recuperar su prestigio profesional. Así será como, con la ayuda de la excelente hacker Lisbeth Salander, Mikael Blomkvist se embarque en una investigación que cambiará su vida para siempre. Lisbeth es contratada para averiguar los antecedentes de Blomkvist, una tarea que en última instancia la lleva a unirse a Mikael en su investigación sobre el asesinato de Harriet Vanger. Aunque Lisbeth se protege de un mundo que la ha traicionado una y otra vez, sus habilidades como hacker y su capacidad de concentración y determinación inquebrantable, la hacen imprescindible. Mientras Mikael se enfrenta cara a cara con los herméticos Vanger, Lisbeth trabaja en la sombra. Ambos comienzan a trazar una cadena de homicidios desde el pasado hasta el presente, forjando un frágil hilo de confianza, aun siendo arrastrados hacia una de las corrientes más salvajes del crimen contemporáneo.

Si bien esta es la trama de Män som hatar kvinnor, hay ciertos hitos tangenciales (pero no menos importantes) que hacen referencia a determinados perfiles. En un momento, el asesino decribe a sangre fría cómo disfruta del momento en que sus víctimas se van desesperando porque están perdiendo la vida, lo DISFRUTA. Otro personaje, el tutor de Lisbeth, resulta ser un sádico y abusador. La violenta, la viola, le pega, la lastima.

¿Sería acaso inimputable alguna de estas ominosas conductas? ¿Puede ser inimputable que un reverendo hijo de puta DISFRUTE de cómo asesina? ¿Puede ser inimputable que un abusador DISFRUTE de dar latigazos, violar, esposar a su víctima? NO, NO PUEDE SERLO.

¿Inimputable?

No, no debe serlo.

Anna Donner Rybak © 2012
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